Prólogo y Epílogo
Prólogo I - La tormenta amaina.
Las noticias corrían como la pólvora por todo el reino: “el rey ha muerto”. Las princesas de viaje en Piedra del trueno, la Corte queriendo calmar el ambiente y todo se enturbió en cuestión de días.
Casas que antaño parecían ser leales a los Obaskyr empezaron a maquinar intrigas. Rumores sobre derrocar a la realeza recorrían las ciudades; otras, simplemente proclamaban el nombre de una de las dos hermanas. Los más tradicionales corrían a intentar ponerle la corona a Tanalasta, mientras los innovadores luchaban por intentar convencer a la Corte de que la joven Alusair sería mejor monarca que su tímida hermana. Una situación que añadía presión a una nación rodeada de enemigos que, como hienas, se empezaban a agolpar en las fronteras siguiendo el olor a sangre y fragmentación.
Pero Vangerdahast había hecho su jugada y como un ajedrecista que ve cómo sus predicciones se van haciendo realidad, en solo tres meses su plan cumplió todos sus objetivos. El anciano mago de la Corte había conseguido salvar a Azoun IV del veneno y la muerte, arrancándolo de las garras de la Oscuridad y lo había escondido. Con la falsa noticia de su muerte, toda la podredumbre de la Corte brotó a la luz, un lugar donde los dragones la pudieran segar. Casas enteras fueron desterradas y, aunque se perdieron vidas, Cormyr sanó.
Los artífices del ataque al Rey fueron apresados y exiliados; los que protegieron a la Nación por encima de sus intereses personales, premiados y los sacrificios como el Comandante Faril, enterrados con honores.
Gracias al viaje y con la excusa del mismo, Vangerdahast mantuvo a las princesas lejos de la capital, lejos de todo este peligro; aunque cuentan los susurros que hicieron falta ocho dragones para impedir que la Princesa de Hierro, espada en mano, no cogiera un caballo y cabalgara dirección a Suzail. El resto del año transcurrió sin sobresaltos. Las jóvenes recorrieron el norte del territorio de su padre con tranquilidad, visitando granjas, aldeas pequeñas y guarniciones fronterizas donde la gente disfrutaba de su presencia de forma pura y sincera.
Ahora los planes guiaban a nuestra comitiva hacia Arabel, punto clave de la región central. Esta ciudad de treinta mil habitantes estaba orgullosa de haber sido la capital en otra época, con control de las rutas terrestres y como bastión central de su pueblo, era un lugar a tener en cuenta para la Corte. La gobernante de Arabel Lady Lord Myrmeen Lhal casada con un primo de Azoun IV, imparcial en la justicia y franca con su liderazgo, ya prepara la futura visita; aunque los que son cercanos a ella notan en el sutil aumento de su mal genio que la coincidencia con la festividad de los Idus de Alta Cosecha (festividad muy importante tanto comercial como tradicionalmente) no es un dato que parezca agradarle.
Prologo II - Toda buena acción tiene su castigo.
El barracón estaba en silencio y eso le permitió dejarse llevar por sus pensamientos. La joven Aisa tenía mucho que asimilar: la muerte de Faril, el viaje con las princesas, el ascenso a capitán… Toda esta vorágine hacía que su mente trabajara más de lo que a ella le gustaría. Acabó de abrocharse la greba y se levantó del banco. Su cuerpo recorría automáticamente el camino hacia el patio de armas, pero su mente parecía estar en otro lugar y la realidad le devolvió al presente. A su lado se abría el despacho del comandante y, como si su mente recordara las incontables veces que la voz de Faril le había llamado al pasar por delante, su cuerpo frenó en seco. Observó la oscuridad en la que ahora la estancia yacía. Nadie se había atrevido aún a mover nada, como si hacerlo fuera aceptar su partida. Un escalofrío recorrió su cuerpo; un sentimiento de impotencia, uno que ya había sentido. La muerte de su padre volvió a abrirse paso entre las cicatrices que había forjado, ese vacío dentro del peto de la armadura que parece que te va a engullir; esas imágenes que se repiten en el fondo de la retina… Sintió el calor en los ojos, el hormigueo de la mandíbula, el temblor de las piernas.
– Aisa, te estaba buscando.
La voz de del Capitán Larhinson llamó su atención, respiro profundamente y se dio la vuelta. Vom, mientras salía del barracón de oficiales, observó a la joven. Aunque ella lo intentara, el veterano capitán casi podía leerle la mente. La conocía lo suficiente; pero tenia una misión, la ultima voluntad de un amigo y sabía lo que tenia que hacer. Se colocó frente a la joven y con calma le ofreció un pergamino enrollado. La joven lo cogió con confusión, hasta que vio el sello que lacraba la seda que envolvía la carta. No hubo palabras. No hicieron falta. La joven miró la carta y al inexpresivo a los ojos varias veces, como si el dolor o la rabia estuvieran inundando su alma. Tras soltar la carta, el capitán se cuadró saludando a la joven, la cual le devolvió el gesto, y se marchó.
Otra vez sola, la atención de la joven se fue a la carta. Rompió el lacre y la extendió.
“ Hola pequeña Filogris.
Si te han entregado esta carta, habré conseguido al final mi descanso. Se que estarás triste y que nada de lo que escriba podrá ahora mismo ayudarte. Sólo espero haber podido cuidarte lo suficiente para pagar mi deuda con tu padre. El me salvó la vida, la vida de muchos y aun así sufrió el castigo de no verte crecer. Toda buena acción tiene su castigo… La verdad que no fue mi intención que acabaras bajo mi mando. El azar, el destino, la diosa Tymora… La verdad es que me da igual cuál de ellas fuera, sólo puedo darles las gracias a todas ellas. Puede que una parte de ti se culpe, esa parte que da forma a tus principios de proteger a los protectores; pero no caigas en esa oscuridad, sólo me arrepiento de no poder seguir viéndote crecer. Puede que ahora te sientas algo sola. No te preocupes, grita, llora, ríe, equivócate, cáete, levántate y vive, por que tu destino no esta escrito. Seguramente ya está con tu padre, contándole lo orgulloso que debería estar de la mujer en la que te has convertido, lo orgulloso que estoy del lugar al que llegarás.
Faril Laheralhijo”
Las rodillas de la joven fallaron y el metal sonó contra la roca; un golpe seco, el sonido del dolor que nadie más escucharía. Se levantó, guardó la carta y continuó hacia el patio de armas, le tocaba empezar su guardia.
Prólogo III - Moonwishes El corazón de una doncella es rojo y púrpura.
El inesperado regreso del complemento que debería ser tendencia los veranos
La verdad es que la vida evoluciona, fluye y evidentemente esto afecta también a la moda. Los términos “de estar en casa”, “de fiesta” o “para la mazmorra” se desdibujan rompiendo tendencia con prendas como la coraza para noches, el gambeson albornoz o los encorsetados de seda para aventurarse en el bosque. Cada vez son más los aventureros que quieren poder disfrutar de la moda en sus misiones o los nobles que disfrutan de la sensación de aventura en su salón y esto hace variar los gustos y los mercados.


“Artículo del especial: Familia Obaskyr 1000 años de tendencia”
“10 looks de Tanalasta que demuestran que jamás ha vestido tan bien como en 1370”
Todos podríais pensar que el pañuelo es un simple complemento, ya sea para acompañar en tono a un vestido, limpiar la sangre de la espada, etc. Pero la última moda en la corte le ha dado un significado más. Cada vez menos por acompañamiento y más por tendencia, la moda que empezó en Marsember empieza a llenar las calles de Cormyr de una marea de morado y satén. Nadie sabe quien lo empezó, quizás una joven Emmerask intentando librarse del agobio de sus pretendientes o puede que un caballero Ilance queriendo dejar claro sus gustos refinados. Pero si que es verdad que, el pañuelo morado, ha ganado protagonismo como una prenda propia y con personalidad, el color real al servicio del pueblo.
“Artículo de la semana que viene”
“Solo Alusair nos podía convencer de llevar brazaletes y grebas con vestido y no sandalias”
La etiqueta es bastante simple, pero a su vez ayuda a evitar problemas de decoro que se han dado últimamente llegando a provocar “accidentes desde las alturas”, da igual que sea hombre o mujer, el color del pañuelo y su colocación será un mensaje claro de sus intenciones para con el altar. Un pañuelo colocado en el cuello marcará el interés por los caballeros, no hace falta que sea atado, como ribete al cuello o caído hacia un lado tapando un hombro parece ser lo que más se usa, si el pañuelo adorna la muñeca marca el interés por las damas, ya sea atado como un brazalete o asomando por las mangas para disimular un poco el postín, pero si eres una persona de amor libre, que disfruta de la vida en todo su esplendor, un pañuelo en la cintura marcará el interés en una relación de corazón sin estar atada a generos.


“Especial aventureros. pag 3”
“Banda de pociones cruzada, ¿El equilibrio perfecto entre moda y utilidad?”
Evidentemente como toda moda, tiene sus detractores y sus defensores, con argumentos como que esto ayuda a evitar conflictos que pueden llegar a acabar en duelo por insinuarse a la persona incorrecta o los que dicen que este sistema coacciona a los más tímidos a tener que ponerse una etiqueta para no acabar para vestir figuras de la dama dorada. Lo único que os puedo decir, es que yo ya tengo mi pañuelo en la cintura.
Amelia Delce Dauntinghorn
Redactora del Moonwishes
Prólogo IV - Susurros en una noche de verano.
Tumbados bajo el manto de estrellas, los dos jóvenes observaban la majestuosidad de la noche. El verano arañaba con esfuerzos los últimos días, así que el tiempo aún acompañaba y ninguna nube obstaculizaba las luces que parpadeaban en esa cúpula perfecta que los cubría. Con un acto de valor, se giró a observar a la joven. A pesar de la poca luz, podía discernir las sutilezas de su rostro, el hoyuelo que provocaba la sonrisa de felicidad e incluso el reflejo de las estrellas en sus ojos. Sólo un pensamiento surcó su mente, “¿seguro que no es un ángel?” Como si se hubiera sentido llamada por sus pensamientos, ella se giró y las dos miradas se fundieron en una sola en un mar de emociones. Como si las dos almas se tocaran, las miradas trascendieron a las palabras, comunicándose en el más antiguo de los lenguajes. Colmadas sólo por un susurro tenue de ambos, dos palabras nacieron como una leve brisa de sus labios, como si el destino sincronizara sus mentes, como si el Universo a su alrededor no importara. Y el primer beso, llegó. Una armonía sutil, una belleza susurrada en notas servidas con caricias y besos. Tanta era su profundidad, que el primer aleteo les pasó desapercibido.
– Parece ser que los encontró un pastor -, afirmó Evon Stralana.
El sol de la mañana iluminaba ya el prado donde los jóvenes yacían. El hombre, tumbado en posición fetal, parecía no tener ningún tipo de herida, como si estuviera dormido. La mujer, a unos diez metros de distancia, estaba tumbada boca abajo. La blusa desgarrada en su espalda parecía indicar un ataque; pero su piel no tenia ningún daño, como si unas cuchillas hubieran roto la tela pero evitado la piel.
– Ninguno de los dos tienen heridas, su cuerpo sigue cálido y respiran sin dificultad.- Concluyó Myrmeen.
– Entonces, ¿por qué no despiertan?
La pregunta de Bastien no fue contestada. Era el tercer incidente de esta índole y las incógnitas seguían sin respuesta. Las otras víctimas habían despertado días después, sin recordar nada y simplemente con síntomas de cansancio. Por la mente experimentada de los tres pasaban millones de conjeturas y posibilidades, pero nada tenía lógica.
– Bueno, si nadie ha sufrido y no tenemos atacante… Caso cerrado, ¿cierto? – Las palabras de Bastien parecían brotar como de sus propios pensamientos. Los Idus de la Cosecha estaban cerca y analizándolo fríamente, no era un problema grave. Sin embargo, Myrmeen siguió mirando la escena, sentía que algo se le escapaba, algo esquivo, moviendose en las sombras y su instinto le decia que si podia evadirlos, era peligroso….